sábado, 26 de agosto de 2017

Lealtad, identidad y consumo en la industria musical

Sabemos que los últimos 15 años la industria musical ha cambiado.
Aquí hay tres puntos importantes que pueden resumirlos:

Aumento del acceso a los medios de producción.
Incremento del acceso a la información.
Democratización de los canales distribución.

Algunas cosas permanecen inamovibles para esta revolución digital. por ejemplo las regalías de distribución. La correcta distribución de los derechos de autor sigue siendo un dolor de cabeza constante para compositores, músicos y sellos discográficos a pesar de que la música se encuentra en redes donde prácticamente todo es rastreable, pero indudablemente entre la mayoría de los hábitos que han permanecido inalterados a lo largo de los últimos 15 años, los comportamientos y las emociones de las personas relacionadas con la música no han cambiado. Todavía amamos la música de la misma forma que siempre lo hemos hecho.


Funciones culturales de la música

La música tiene el poder de conectar a la gente de formas personales y significativas, como ningún otro medio puede hacerlo. Para los fans es una parte esencial de cómo viven su día a día. Encontrar canciones y melodías que les hablen directamente a ellos y reflejen sus personalidades únicas, no es simplemente un deseo, es una necesidad.”
Pero algo ha cambiado.
La música todavía mueve a multitudes de personas. Es claro que esta siendo escuchada ahora más que nunca Y Los artistas todavía tienen un montón de influencia. Sin embargo, esto no significa que la gente aún se relacione con la música de la misma manera que solían hacerlo.

Los musicólogos sugieren que su definición está directamente relacionada al contexto social y al funcionamiento de ciertos comportamientos en una cultura específica. En mi opinión, contexto y función, definen un elemento fundamental: La formación de nuestras preferencias musicales.
Los cambios en la forma que construimos nuestros gustos y preferencias son las cosas que deben ser analizadas para que podamos entender por qué hoy la música tiene una nueva función.

En sus comienzos, cuando todavía vivíamos en tribus, la música solía tener funciones espirituales. La variedad no existía, y tampoco la música como forma de entretenimiento. La música de la tribu era todo lo que había para escuchar y estaba directamente relacionada con la celebración de las creencias de la misma. En otras palabras, la música estaba atada a la religión. En este contexto, nos olvidamos sobre las preferencias musicales. La gente escuchaba lo que el Jefe decía.

Hemos evolucionado a sociedades más complejas donde empezamos a dividirnos en clases sociales. Estaban los nobles, la burguesía y el clero. Después venían todos los demás. En esta época, el acceso a la cultura que cada uno de estos grupos tenía, era una herramienta fundamental para la distinción social. Para los ricos había buenos instrumentos, buenos músicos y salas de conciertos. Existía la música clásica. Para los demás había instrumentos rudimentarios, músicos autodidactas y tabernas. Existía la música folclórica. En ese contexto, las preferencias musicales representaban un símbolo de estatus y demostraba a qué clase social pertenecía cada uno.

Después de la segunda guerra mundial, empezamos a vivir en una sociedad donde por primera vez la oferta era superior a la demanda.
Y empezamos a consumir los productos no solo por su calidad sino también porque nos identificamos con ellos. Empezamos a usar el consumo como una manera de construir identidades individuales y colectivas.
La música para las nuevas generaciones no trata sobre reflejar sus personalidades únicas, sino el ser un reflejo de la actividad que están realizando. La música fue una vez una cuestión de lealtad e identidad. Hoy día es un bien consumido según el momento. Así que las preferencias musicales son mucho más flexibles y ya no son el reflejo de sus identidades.